Sumario

Perfiles

En el medio rural, la biodiversidad SUMA

Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo

Fundación Oso Pardo
La fauna como símbolo

Fotografías: Fundación Oso Pardo

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La Fundación Oso Pardo es una organización privada y sin ánimo de lucro, creada en 1992 con el objetivo de recuperar y conservar la población de esta especie y su hábitat en España. Desarrolla su labor en la cordillera Cantábrica y en los Pirineos, donde realiza una intensa actividad, que incluye el seguimiento de la población osera, la investigación aplicada a la gestión, la lucha contra el furtivismo, la formación y educación ambiental y la promoción de la coexistencia entre seres humanos y osos.

Durante más de 25 años la Fundación Oso Pardo (FOP) ha trabajado con el objetivo de recuperar nuestra población de osos y hacer viable su coexistencia con los humanos, especialmente con aquellos con los que comparte el espacio: los habitantes del medio rural. A lo largo de este tiempo hemos constatado que la mejora de la biodiversidad tiene que hacerse con su complicidad. Pero tal complicidad ha chocado con la percepción secular de la fauna como adversaria de la agricultura y la ganadería. En este escenario la FOP ha participado manteniendo una posición continua de diálogo, información y búsqueda de consensos. Y hoy, tres décadas después de que nuestros osos cantábricos rozaran la extinción, se puede decir que su recuperación es un éxito coral, de todos los sectores del medio rural, las Administraciones, los científicos y organizaciones conservacionistas como la FOP, en un proceso reconocido internacionalmente.

No se puede negar que el medio rural tradicional está en crisis, y es lógico que sus habitantes se sientan desasosegados ante una transformación que remueve sus cimientos y aniquila su paisaje social. La globalización de la economía, las concentraciones de poder agrario, los cambios en el consumo y la tecnificación de los procesos configuran un engranaje complejo y distante. La fauna, sin embargo, supone una realidad concreta, visible, que sí forma parte del mundo inmediato como lo fue en el pasado. Un enemigo familiar al que se conoce y se pone cara. Como explican los antropólogos Francisco Almarcha y Águeda Vitoria, en un reciente artículo publicado en la revista Quercus, “aún en nuestros días, una parte de la población rural entiende los campos abandonados y la reforestación natural consiguiente más como una pérdida —del paisaje, del orden y control social sobre el mundo natural, de su futuro como grupo— que como una recuperación del bosque y la naturaleza”.

Por otra parte, hay que admitir que la recuperación de algunas especies salvajes acarrea impactos en actividades económicas tradicionales. Sin embargo, aunque existen medidas de compensación y métodos de prevención con eficacia demostrada, no es suficiente cuando nos enfrentamos a símbolos. La fauna, especialmente los grandes carnívoros como el oso y el lobo, lo es. Símbolos distintos para los medios rural y urbano.